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¡Frenar la barbarie!

Apenas el día de ayer los medios publicaban la preocupante noticia sobre el riesgo de una crisis sanitaria debido a que cerca de quince médicos se habían visto forzados a abandonar sus puestos de trabajo ante las amenazas de sus vidas por las supuestas disidencias de las FARC.

Ante tales noticias se suele pensar que ya se ha tocado el límite de lo absurdo y que nada peor es esperable debido a que se han cruzado los límites morales básicos. Sin embargo, las supuestas disidencias de las FARC traspasan el límite del horror y dejan en pañales la brutalidad con la que actuaron y actúan los paramilitares en el país, porque mediante un comunicado definen como objetivo militar a hospitales, vendedores de carne, proveedores de energía eléctrica, cooperativas, medios de comunicación, y en general a toda la población araucana, puesto que el criterio es asesinar hasta aquellos que indirectamente puedan haber colaborado con los que ellos tildan de pertenecer al ELN.

Las supuestas disidencias de las FARC tiran por la borda toda línea de diferenciación y respeto por la vida de las personas, línea que venía siendo bastante desdibujada por algunos medios de comunicación, como Semana, que en altisonante artículo salió a afirmar que en Arauca manda el ELN[1], con lo cual nadie queda exento de la amenaza que se ha conocido hoy.

La barbarie es un concepto para designar el abandono de todos los criterios éticos y morales para arrasar a otros pueblos o colectivos. Es aquí donde cobra lugar el concepto de guerra total aplicado por Hitler destinado a someter a los demás pueblos europeos, y es renovado por las supuestas disidencias, renovación en la que no se respeta condición humana alguna, pues barre con la diferencia entre actores armados o desarmados, elimina toda posibilidad de justicia, y hace primar el criterio de que todo lo que no esté de mi lado y a mi servicio es objetivo militar, y, por lo tanto, la más mínima sospecha de disenso pasa a ser castigada con la fuerza de la violencia y el terror. Así, las supuestas disidencias de las FARC se colocan en contra de toda la población araucana y elevan una amenaza que concierne y preocupa a todo el país.

El atrevimiento de pisotear todo límite humano y moral y amenazar a todo el departamento a la tierra arrasada y cenizas, únicamente puede ser entendido como signo de su propia debilidad e incapacidad de conectar con un pueblo que demanda y construye alternativas de justicia y vida. Salvo unos pocos medios de comunicación, que se han prestado al juego de las supuestas disidencias de las FARC, es fuerte y masiva la crítica y el reclamo que se ha levantado en el país para exigir el respeto por la vida de toda la población civil, en especial de las personas que pertenecen a las organizaciones sociales amenazadas y a la salvaguarda de los derechos esenciales ¿pues cómo podría funcionar la vida de los araucanos sin luz, hospitales y mercados?.  

Frente a la vileza de las llamadas disidencias la única respuesta alternativa de la población araucana es la unidad y la acción decidida para autoprotegerse e impedir él quiebre total que quieren imponer en sus formas de vida. Es así que la tarea más urgente e inmediata de todos y todas es la generalización de los comités de guardias étnicas, comunitarias y populares con el fin de que prevalezca el autocuidado mediante el aislamiento total de quienes hoy amenazan con la guerra total. Es necesario y con suma urgencia que en cada casa, en cada calle, en cada barrio y vereda se organice y coordinen los comités de autoprotección y ayuda mutua, de manera tal que mediante una gran red se pueda poner en práctica el criterio de que solamente el pueblo salva al pueblo.

Alzar una gran cadena de comités de guardias comunitarias que mediante la participación masiva imponga el diálogo, frene la cadena de odios, estimule la ayuda mutua y la solidaridad con el fin de proteger el modo de vida de los y las araucanas es la tarea urgente para detener de una buena vez por todas a ese extraño cuerpo que ha declarado la barbarie de la guerra total.

[1]“en Arauca es un secreto a voces que no se mueve un dedo sin contar con la autorización de esa guerrilla”, en “Arauca: ¿territorio el ELN?, en Semana, 30-01-22