Por: Grupo de Estudios Geopolíticos y Territoriales -GEGT-
Para entender la grave crisis que afronta Ucrania, es necesario echar mano de los sucesos recientes, entender su historia, contradicciones, las pujas políticas de los países que protagonizan su conflicto, pero sobretodo el asiento y correcto lugar de todos estos elementos en el mundo actual que se caracteriza por una amplia crisis generalizada.
Sería unilateral, por lo tanto, explicar la situación ucraniana a la luz de conflictos culturales, pues si bien es un país en el que se encuentran varias costumbres, lenguas y tradiciones disímiles, estas se subordinan a la agenda que impone el mundo en crisis. Los relatos hoy comunes en la prensa imperante, que pretenden ver en el conflicto ucraniano la puja de diferentes culturas por una nación, esconden la totalidad, complejidad y correcta explicación de un problema que es consecuencia de múltiples contradicciones del capitalismo.
El reciente golpe de Estado en contra del gobierno de Victor Yanukovich, es la manifestación más aguda de una historia más compleja. Pese a que el gobierno cedió a todas y cada una de las peticiones de las revueltas de Kiev, el golpe por parte del bloque opositor fue realizado. Como por arte de magia, días después el gobierno estadounidense, así como la Unión Europea en su conjunto, avalaron y legitimaron al nuevo gobierno de facto. Las revueltas, que incluyeron demandas justas de los trabajadores, convirtieron un discurso nacionalista y lo amoldaron perfectamente a la agenda anexionista del la triada Estados Unidos/OTAN/Unión Europea.
Ya se está convirtiendo en manía del imperialismo, alentar fracciones de oposición, financiarlas y con ello lograr una desestabilización política de las naciones, como lo demuestran las intervenciones en Libia, Siria, y ahora en Venezuela y Ucrania.
La demagogia y palabrería de los derechos humanos se desvanece en la medida que la crisis arrincona y desestabiliza la geopolítica estadounidense. Por ello, el gobierno norteamericano no dudó en aportar 5000 millones de dólares, los que en palabras de la portavoz del Departamento de Estados de los Estados Unidos, Victoria Nuland, estaban destinados a fortalecer “el buen gobierno y los valores democráticos”, y terminaron financiando a grupos nazis y de ultraderecha, como la UNA-UNSO, quienes aliados con los millonarios ucranianos, comandaron las revueltas de Maidán.
De allí que el actual gobierno de Ucrania sea una amalgama en la que sectores de ultra derecha y defensores del libre mercado confluyen en una agenda más amplia que el imperialismo les ha impuesto. Una suerte de gobierno títere que tiene en su gabinete a 6 ministros del partido Svoboda* y también algunos multimillonarios como Sergei Taruta e Ihor Kolomoysky, hoy gobernadores de Donetsk y Snipropetrovsk, respectivamente. Penosa situación para los trabajadores ucranianos quienes activaron la lucha de clases con justas demandas y en contra de la oligarquía ucraniana.
La ucrania de hoy fracturada y devastada, atraviesa por un momento sin igual de depreciación de su moneda, lo que genera el ambiente perfecto para los carroñeros capitalistas que suelen caer sobre los moribundos países, o como lo llaman los tecnócratas: planes de salvamento financiero. No en vano el Fondo Monetario Internacional ya realizó una “misión de investigación” a este país. Veremos ahora la puja de los buitres imperialistas por comprar a precio de huevo toda una nación devastada, como ya lo han hecho con Grecia y lo intentan hoy con Portugal y España.
El panorama ucraniano, en efecto, rebasa las fronteras de ese país y nos anima a ver esta realidad desde la dinámica de la geopolítica de la crisis, las contradicciones entre potencias y sus maniobras por superarlas.
Frente a un escenario de caída de la tasa de ganancia en los Estados Unidos, o lo que es lo mismo, de su rentabilidad, esta potencia ha activado principalmente dos mecanismos para evitar dicha caída. Por un lado, los llamados planes de flexibilización cuantitativa, que buscan mantener la hegemonía del dólar pero que se sostiene sobre un duro golpe a la masa laboral estadounidense** y por otro lado mediante la activación de conflictos y guerras mundiales con el fin de realizar quemas de capital estancado***.
La primera jugada tuvo un relativo efecto en el plazo inmediato, pues logró que las monedas de Brasil, India, Turquía, Indonesia y Sudáfrica, perdieran cerca de un 20% de su valor en el mercado mundial. El efecto también fue duro para Rusia, país que perdió cerca del 10%.
La respuesta no se hizo esperar. A finales de 2013, Rusia declaró que se iniciaba un experimento en la ciudad fronteriza de Siufenheen en China, con el fin de lograr la libre circulación de su moneda en territorio asiático y ampliar las transacciones económicas entre Rublos y Yuanes.
La otra jugada por parte de Estados Unidos, la de buscar pleitos a nivel global, ha tenido sus reveses. Con la idea de repetir el monólogo de Irak, el imperio norteamericano apelando a su figura de gendarme universal, pretendió el teatro de la requisa en territorio Sirio. Finalmente a esa intención se anticipó la audaz jugada diplomática de Rusia, quien empañó las intenciones militaristas de norteamérica en un territorio estratégico en medio oriente.
Cada potencia utiliza sus mejores armas: Estados Unidos hace uso privilegiado de su aparato guerrerista y de la hegemonía de su divisa; Rusia expande sus relaciones comerciales hacia un viejo continente golpeado por la crisis y afianza relaciones con el medio oriente. Así lo demuestra la visita del nuevo faraón de Egipto a Moscú, 10 días antes del golpe de estado en Ucrania.
Este afianzamiento con Egipto y, en consecuencia, con el mundo árabe, obliga a Rusia a mantener el control sobre el Mar Negro, pues se convierte en la única salida hacia el Mar Mediterráneo y la península arábiga. Por ello se vuelve prioridad para el gobierno de Moscú mantener el poder geopolítico sobre la región de Crimea y principalmente sobre el puerto de Sebastopol, sitio donde se encuentra la mayor parte de la flota marítima rusa. Ello explica por qué el apoyo de Putin en principio a la autonomía de Crimea y posteriormente a su proceso de anexión.
Estados Unidos conoce bien la importancia geopolítica de Crimea y por eso ha amenazado con sanciones comerciales a Moscú en caso de apoyar la autonomía de esta región. A su vez, Rusia respondió y el consejero presidencial, Sergey Glasyev, anunció que su país abandonará el dólar como moneda de reserva en caso de imposición de sanciones por parte de los Estados Unidos.
Quien más podría perder en este pulso es el imperio norteamericano, el que en caso de un afianzamiento comercial Ruso – Chino, estaría expuesto a un proceso de hiperinflación en su economía local. Además, porque en el actual escenario, los Estados Unidos no pueden disponer tan fácilmente de los gobiernos títeres de la Unión Europea para presionar al coloso ruso. Alemania como cabeza europea, mantiene importantes relaciones económicas con Rusia, pues Berlín es demandante del gas ruso y envía gran parte de sus mercancías hacia Moscú.
Lo que se encuentra en disputa con Ucrania es una recomposición geopolítica y una necesidad de sortear la actual crisis generalizada del capital. Por un lado, el 66% de la red gasífera que provee a Europa desde Rusia atraviesa territorio ucraniano. Además, este país posee la cuarta parte de las reservas mundiales probadas de gas natural, que consisten en 39 trillones de pies cúbicos. Nada despreciables tampoco son las vastas regiones de suelos fértiles, que hacen de este país el tercer exportador mundial de granos.
El mundo es testigo de un nuevo arreglo geopolítico, que conducido por la caída de la tasa de ganancia del mundo del capital en crisis, hace que naciones enteras sean devastadas y grandes masas de trabajadores deban soportar la fiereza y el pesado lastre de la rapiña imperialista.
* Partido nacionalista que forma parte de los partidos de ultraderecha Europeos entre los que están el partido Amanecer Dorado de Grecia. Pese a que muchos de sus miembros han sido anteriormente declarados como personas non gratas por EEUU, hoy son reconocidas como legítimas en el gobierno de facto de Ucrania.
**Los planes de flexibilización cuantitativa buscan estimular la ampliación de crédito a privados con intereses bancarios tendientes a cero. Ello genera una medida a corto plazo de ganancia de capital ficticio que permite mantener la rentabilidad, principalmente de los sectores financiaros, la que se sostiene sobre deudas acumuladas de los trabajadores de una nación. En general, los planes de flexibilización cuantitativa no son otra cosa sino un aplazamiento a escala temporal de una profunda crisis económica.
***Las guerras son una herramienta que permite activar la rápida utilización de grandes masas de capital que han sido acumuladas y se encuentran estancadas en los stocks comerciales de los centros económicos.